8 jul 2011

Carta de amor en tres hojas


Empiezo esta carta sin saber todavía hacia dónde enfocarla. Tengo clara la destinataria, eres tú. Pero ¿qué decirte?, ¿que te quiero tanto que me duele?, ¿o que te odio con la misma intensidad?, pues puedo asegurarte que ambos sentimientos son igualmente reales, y que parecen no poder o querer existir uno sin el otro.
...

Viendo que la carta que sostenía entre sus manos la formaban tres hojas, decidió antes de seguir leyéndola ponerse un café bien caliente en la taza más grande que tenía, abrigarse en esa fría tarde de otoño y buscar su refugio en el viejo sillón con brazos heredado de su abuela, y así poder asimilar cada una de sus letras manuscritas.

... Y te preguntarás el porqué de esta carta a estas alturas, cuando ya llevamos meses sin saber nada el uno del otro, y cuando podría haber utilizado tu correo electrónico o el teléfono. He elegido la tradicional carta escrita a mano porque sin duda será más sincera, no podré releer, cortar y pegar o borrar palabras ya escritas, y ya conoces mi pereza, no volvería a escribirla pasándola "a limpio"; espero que lo valores. Y el momento no lo he elegido yo, bueno, quizá sí. Cada día de los últimos tres meses me he ido a dormir siendo tú la última imagen en mi cabeza antes de que los sueños se apoderaran de mi cordura. Y ya no puedo más, no puedo ni quiero seguir soñando contigo todas las noches, por eso he pensado que lo mejor es enviarte en este sobre todo lo que me diste, todo lo que viví contigo, todo lo que ya no me pertenece, a ver si así soy capaz de librarme de tanto peso.

Tan sorprendida como dolida, suspiró mientras echaba la cabeza para atrás, tratando de tragar unas incontenibles ganas de llorar. Cerró los ojos y sólo le veía a él. -Supéralo, en realidad ya no le quieres, ¿o sí le quieres y pretendías engañarte a tí misma? - se decía ella. -Creía que no le quería, pero sólo porque sentía que no era correspondida.- Y antes de seguir leyendo, decidió poner un poco de orden en su cabeza. Se puso unas botas, un abrigo largo con una gran capucha y salió a pasear. La lluvia pretendía despertarla de un sueño en el que ella recibía una carta que parecía cambiar de sitio todos los muebles de su cabeza. Caminó y caminó, unas veces mirando a sus pies, siguiendo el ritmo que éstos imprimían sobre las aceras encharcadas. Otras veces levantaba la mirada hacia el cielo gris dejándose empapar por el agua. Se encendieron las farolas de la calle cuando ya estaba cerca de su casa, y ella siempre había odiado el color naranja con el que tiñen el aire sus anticuadas bombillas en estas tardes tempranas de octubre, de modo que apresuró el paso y volvió a enfrentarse a esas tres hojas de papel.

A estas alturas de la carta, parece que está resultando ser un arma arrojadiza llena de resentimiento. Quizás estoy enredando un poco tu cabecita con lo dicho hasta ahora y has decidido hacer un descanso; ¿qué has elegido hacer mientras ordenas tus ideas? ... ¿quizás magdalenas? ... me encantaba el olor de esas pequeñitas que hacías con ralladura de limón. ¿O quizás te has preparado un baño caliente con sales azules? ... no, no creo, no te aliarías así con la sequía. ¿Has salido al balcón  para revisar el estado de tus plantas? ... no, tampoco, creo que cuando leas esta carta estará lloviendo a mares por allí. Es igual, si sigues aquí es que has decidido retomarla.
Tus costumbres y manías. Ahora mientras las escribía he empezado a añorarlas. ¡Qué curioso!, y hace unas líneas estaba diciéndote que quiero olvidarte. Estoy otra vez como al principio, sin saber qué decirte ni como, tratando de devolverte odio y amor sin los que me cuesta ser yo. Por que yo, el yo que soy ahora, el que empecé a ser cuando te conocí y decidimos formar un uno de dos, sólo puede existir contigo, ya estés tú presente -y eso ha quedado demostrado que no funciona- o ya estés sólo en mi memoria, en mis costumbres. ¿Sabes que aunque ya no viva contigo sigo haciendo todo lo que me pedías que hiciera porque te fastidiaba cómo lo hacía yo? Sí, cierro bien las tapas de todos los botes, anudo la bolsa del pan con cuidado de que quede dentro el menor espacio posible para el aire, enciendo siempre la luz para cenar, cierro el grifo mientras me lavo los dientes ... Y es que creo que nunca podré volver a ser quien era antes de conocerte, esa persona murió ahogada por tus encantos, por tu sonrisa, por tus lágrimas cuando te sentías sola. Y este yo que soy ahora, se hace el fuerte, no deja que otros encantos le alcancen, ni deja que cure las heridas que dejaron los tuyos.
Saltó del sillón y corrió por el pasillo hasta el teléfono. Iba a llamarle. Pero para decirle que se le había pasado el turno, que ya no, que la olvidara, que la dejara ser una persona y no un manojo de lágrimas. Descolgó, marcó los primeros números y volvió a colgar. -No, no, no- se dijo. Volvió al viejo sillón y siguió leyendo.

No me odies por lanzarte todo esto de golpe y a destiempo. Sé que piensas que debería haberte expresado al menos una mínima parte de esto hace tiempo.
Probablemente mucho antes del día en que me pusiste como condición para seguir viviendo contigo que te regalara un "te quiero", porque ese día ya no te quedaba esperanza ni ilusión por mí, por tí, ni por nada. A ratos te guardo rencor, claro que sí, y mucho. Sólo con no decirme una sóla palabra después de aquel "adios" a pesar de mis reiteradas llamadas y visitas, me hiciste más daño de lo que jamás pude imaginar. Pero espera, que también reconozco que es justo, y que es posible que me lo mereciera.
En fin, que no sé cómo continuar esta carta, voy dando bandazos desde el te quiero más sincero al quiero y necesito olvidarte.
No sé. No sé qué estará pasando por tu cabeza. Puede que ni tan sólo hayas pasado de leer la primera línea, o incluso puede que ni tan siquiera hayas abierto el sobre y lo hayas tirado directamente al cubo del papel reciclado (hasta en tus momentos de enfado más intenso sabes lo que haces). Y esto sólo me lo puede aclarar una persona: tú.
Te he dejado la tercera hoja de la carta en blanco para tí. Puedes tirarla, puedes usarla para hacer una lista de la compra, puedes llenarla de dibujitos de esos que haces mientras se te pierde la mirada entre la nada, o puedes escribir en ella lo que tienes en la cabeza mientras lees esto y hacérmela llegar para saber si a partir de ahora debo olvidarte y hacer que nazca otro nuevo yo, o si debo sólo castigar duramente al yo que vivió contigo y te hirió hasta el punto de hacer que le odiaras, y esperar que podamos volver a caminar juntos. Tú dirás.
Siempre tuyo,
Yo.

Lloró con ganas. Y siguió llorando. Y se levantó. Y se puso a hacer magdalenas con ralladura de limón. Y se preparó un buen baño caliente y en él siguió llorando. Y miró al jardín a través de un cristal tan mojado como sus ojos para ver cómo estaban sus plantas. Y respiró profundo y dejó de llorar.

Y después cogió su pluma, la tercera hoja de la carta, se sentó en el viejo sillón de su abuela, y escribió.

Soy la fuerza de los silencios capaces,…esos que esconden las palabras exactas,…esos que habitan en la respuesta de las miradas ausentes,…y legitiman el todo aún vestidos con la apariencia de nada,…y entregan sin la vanidad del que tan sólo se muestra por demostrar,…del que esta tan necesitado de si mismo que sólo sabe estar solo,….exhibiendo la bondad visible que compran las almas embusteras,…la compañía estéril de esas compañías que aunque están no son,…que cuando tienen que ser, dejan de estar,….soy la distancia cercana del grito de tu dolor,…no tengo tez de sonrisa,…ni disfraz de hipocresía,….pero me doy en el cariño eterno cuando el cariño me llama,…sin fatuidad, ni abrigado por la arrogancia jactada,…y me desnudo hasta quedarme sin piel,…en totales silenciosos,…silenciados,….infinitos en la virulencia de la honestidad espontánea,…porque tan sólo sé dar ese cariño que se alimenta de dar,…porque engendré el amor en la pureza de amar,…y desconozco el a cambio,….y me alejo del a veces,…y persigo inagotable la eternidad de los silencios capaces,…para que me acerquen hasta que puedas sentirme,...hasta convertirte en siempre,….hasta convertirme en siempre,….