8 ago 2011



Tu mirada no es inocua , tu sonrisa que me llega a confundir.
Un deseo y un velo.
A caso es justo pensar que yo,... ella... Desde la razón no tiene sentido, desde los sueños sólo a veces.
No la conozco ya.
Demasiadas barreras, o una, pero grande.
Nunca fui un conquistador, ni mucho menos un ladrón de estrellas.
No soy yo más que nadie para tener derecho a un trozo de cielo, a ese concretamente.
Qué más da.
Ahora una sombra, de colores. Confusión, delirios nocturnos, otra vez.
Levantarme soñando que no despierto. Y otra vez la amarga conciencia que me recuerda con sus pesadas palabras huecas:


- No es para ti. No llegas, eres pequeño- masculla la conciencia
- Pero yo sé que soy lo mejor para ella, porque nadie la puede desear como yo- la contesto.
- Tú eres tonto, no la deseas, es un capricho, se te pasará. Y lo de que eres el mejor, no merece respuesta.
- Pero jamás podré estar seguro de quien tengo delante, ¿por qué no soñar que es lo que deseo? Más adelante ya veremos
- Entonces ¿harías daño a alguien por probar?
- Estás cediendo, te haces débil, me das el beneficio de la duda.
- Te equivocas, pero jugar contigo es divertidísimo, no sabes donde empiezan tus pensamientos y donde acaban los míos.
- Quizá... Y no, no quiero hacer daño a nadie.
Pero yo le daría alas, le invitaría a tocar con los dedos las gotas de rocio, a hundir sus pies en la arena de la playa.
- Eso puede hacerlo ella con cualquier otro. Te crees especial por algo que no es intrínseco a ti.
- No todo el mundo lo hace.
- Pero todo el mundo puede, quizá no quiera hacerlo. Quizá te equivoques y ese no es el mejor camino. Quizá a ella esas cosas no le importan.
- Pero me ha dicho que sí, al menos que le gustan.
- A todo el mundo le gusta oir tus tonterías... acordándose de otra persona.
- ...
- Te ha dolido.
- Déjame en paz.
- Nadie dijo que fuera fácil, sólo que era posible