Miraba atrapando mis ojos,... igual que dos gotas de mercurio tienden irremediablemente a juntarse en un todo... Y la fuerza de aquellos ojos,... me daba la impresión,... podrían haber derrumbado con un pestañeo todos los pilares de mi vida si me hubiera resistido... Así que me dejé llevar,... como en una espiral de hipnosis,... hasta el fondo negro que guardaba más allá de sus pupilas...
Me sentí flotar... El peso de su mirada hacía descaradamente liviano todo lo demás... Tuve suerte,... creo yo,... de tener el colchón de sus brazos... De lo contrario,... hubiera chocado de bruces contra un universo de angustias... Ahora lo veo claro:... sus ojos me hubieran lanzado cadenas si hubiese querido escapar... Por eso,... hice lo único que merecía la pena:... perderme en sus ojos,... como si el mundo terminase allí...
Y en verdad los suyos eran unos ojos para un final feliz del mundo...