Mi vida me parece una línea recta... Una línea recta donde las bifurcaciones y salidas están perfectamente señalizadas,... como en una autopista recién hecha en la que cada paso está previsto y bien trazado sobre el mapa... Pero es una recta que recorro con los ojos tristes... ¿De qué sirve que el camino este marcado?... ¿Para qué quiero señales si no he aprendido a seguirlas?... Puede que haya un camino acertado y una línea de meta que cruzar si vas por él,... pero ¿para qué?... Quien vuela a mil por hora por su autopista trazada con escuadra y cartabón corre el riesgo de olvidarse de la meta,... de perder su norte,... de olvidarse del camino... ¿Por qué no buscar otra vía?... ¿Una carretera secundaria que quite monotonía al viaje?... ¿Las callejuelas de una ciudad desconocida donde convertir la recta en laberinto?... Sé que algunos caminos son lisos y sin baches y,... perezoso como soy,... seguramente acabaré tomándolos... Pero me gustaría tener la alternativa de buscar una senda retorcida de vez en cuando,... disfrutar de un camino enrevesado,... elegir yo mismo qué tramos desechar en mi autopista...
Quien sabe,... tal vez somos nosotros los que hemos olvidado los recovecos del camino,... olvidando los paisajes escondidos... Somos nosotros los que ponemos a cero el cuentakilómetros y pisamos a fondo el acelerador... Es parte de lo que significa ser humano... Nuestras decisiones encauzan la realidad,... dejan de lado otras realidades,... buenas,... malas,... indiferentes,... fáciles,... complejas…
¿Por qué no romper esas autopistas y perdernos en el viaje,... y caminar,... lento hacia la meta?